Esta historia ambientada a lo largo del curso del río Paraná
comienza cuando un hombre es mordido por una serpiente venenosa. A partir de
ahí -el personaje se da cuenta de que el accidente puede ser mortal- Quiroga
nos describe con todo lujo de detalles los efectos del veneno sobre el
organismo humano y la agonía del protagonista:
Dolores agudos que nacen en el pie y se extienden, poco a
poco, hasta llegar a la ingle, hinchazón de la zona y de toda la extremidad,
incluso del bajo vientre, dificultades en la movilidad, sequedad de garganta y sed
quemante, problemas para emitir palabras, privación del sentido del gusto, lividez,
gangrena, vómitos, incluso de sangre, manos dormidas, escalofríos, problemas
respiratorios… y después una aparente mejoría acompañada de somnolencia y
lasitud, frío, y la muerte.
La evolución de su padecimiento va acompañado en el texto
por una descripción del entorno natural del río. El Paraná, en la parte
brasileña, es silencioso, agresivo y oscuro. No es casualidad que los momentos
de mayor sufrimiento del protagonista sucedan en ese tramo, quedando ligados
con el color negro.
Sin embargo, la canoa sigue avanzando y los momentos de restablecimiento
de su salud, de bienestar, coinciden con el transcurso del Paraná por la costa
paraguaya. Allí el entorno es mucho más agradable y acogedor, los pájaros
cantan, y el sol da una tonalidad dorada al paisaje, acercándolo a la paz de la
muerte y del cielo, que lo acogerá en su seno.
Pero volvamos al inicio de la acción. Después de acabar con
la vida de la víbora, el hombre se ata un torniquete y pone rumbo a su hogar.
Sorprendentemente, no solicita el auxilio de su esposa, solamente le pide caña.
Prefiere emprender el camino a una población en la que se encuentre un médico él
sólo, a pesar de que sus fuerzas flaquean. En el ínterin, busca la ayuda de un
compadre con el que hace tiempo que no trata, pues están peleados, lo que nos
deja claro la escasa confianza que tiene en su mujer. Pero no lo encuentra…
De este modo, muy débil ya, montado en su canoa, queda a la
merced del gran río, flotando a la deriva.
Antes de morir, cuando se produce la mágica mejoría en su
estado de salud, previa a su fallecimiento, nuestro protagonista se acuerda de
varias personas que fueron importantes en su existencia: su antiguo patrón,
antiguas compañeros de trabajo… pensando en detalles insignificantes. Ni una
sola memoria dedicada a su familia y/o seres queridos. Así de triste es la vida
del trabajador.
Comentarios
Publicar un comentario