EL VIEJO DEL PUENTE de Ernest Hemingway (II)


Como sabéis, Hemingway fue corresponsal de guerra, experiencia que plasmó en sus célebres novelas Adiós a las armas y Por quién doblan las campanas. La temática bélica también fue tratada por el escritor de Illinois en multitud de artículos y relatos cortos, como el que hemos leído esta semana.

El viejo del puente está ambientado en plena Guerra Civil Española, en la zona del Delta del Ebro. Allí, un anciano que lo ha perdido todo a causa de la barbarie de la guerra, agotado tras andar doce kilómetros después de abandonar su pueblo y sus animales, espera la muerte inevitable.


El narrador, un expedicionario encargado de explorar el terreno, se topa con el viejo y entabla conversación con él, e intenta convencerlo de que continúe con su marcha, para tratar de evitar la amenaza de la artillería franquista que se aproxima, mientras lo conforta con el diálogo.

El anciano, que muestra síntomas de demencia o de locura, producto del shock que le supone salir de su entorno, de la tierra a la que se siente tan apegado, se muestra al margen del conflicto y, como muchos otros paisanos, no siente predilección por ninguno de los bandos combatientes, ni tan siquiera los conoce.

Su única preocupación reside en saber si sus animales, dos cabras, un gato y ocho palomos, sabrán componérselas sin su presencia, si lograrán sobrevivir.

En este relato Hemingway denuncia el sinsentido de los conflictos armados, en los que los civiles, y sobre todo las clases más humildes, son los principales damnificados.

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