En las últimas semanas, dos películas han irrumpido con fuerza en nuestra cartelera de cine. Una de ellas es Valor de ley, de los hermanos Coen, remake de una película homónima de Henry Hathaway por la que el inolvidable John Wayne consiguió un Oscar. La otra es Rango, película de animación de la factoría Pixar.
Y os preguntaréis qué pinta esta entrada en nuestro blog...
Pues, en primer lugar, siempre está bien recomendar buen cine y, en segundo lugar, se trata de dos cintas del oeste. O sea, que todo esto viene al hilo del relato con el que hemos estado trabajando estas últimas semanas, El asesino desinteresado Bill Harrigan, de Jorge Luis Borges.
En estas dos películas, marcadas por el sentido del humor, los agudos diálogos y la acción, reaparecen elementos básicos del cine clásico del oeste: personajes como el sheriff, el borracho, el cazarrecompensas, el forastero, el forajido, etc.; lugares comunes como el saloon, el desierto con sus cactus y cráneos o esqueletos de reses, el pueblo o ciudad típica del oeste y otros elementos típicos, como las pistolas, los sombreros, las cartucheras, el alcohol, el juego, los caballos... algunos de los cuales hemos analizado en la lectura que nos ha ocupado en días pasados.
Bueno, si buscáis un poco por internet no os será difícil encontrar diferentes críticas sobre estas dos películas y seguramente todas coincidirán en calificarlas, cuanto menos, de entretenidas.
Si os gusta el cine y queréis pasar un buen rato, ¡no os las perdáis!
Y os preguntaréis qué pinta esta entrada en nuestro blog...
Pues, en primer lugar, siempre está bien recomendar buen cine y, en segundo lugar, se trata de dos cintas del oeste. O sea, que todo esto viene al hilo del relato con el que hemos estado trabajando estas últimas semanas, El asesino desinteresado Bill Harrigan, de Jorge Luis Borges.
En estas dos películas, marcadas por el sentido del humor, los agudos diálogos y la acción, reaparecen elementos básicos del cine clásico del oeste: personajes como el sheriff, el borracho, el cazarrecompensas, el forastero, el forajido, etc.; lugares comunes como el saloon, el desierto con sus cactus y cráneos o esqueletos de reses, el pueblo o ciudad típica del oeste y otros elementos típicos, como las pistolas, los sombreros, las cartucheras, el alcohol, el juego, los caballos... algunos de los cuales hemos analizado en la lectura que nos ha ocupado en días pasados.
Bueno, si buscáis un poco por internet no os será difícil encontrar diferentes críticas sobre estas dos películas y seguramente todas coincidirán en calificarlas, cuanto menos, de entretenidas.
Si os gusta el cine y queréis pasar un buen rato, ¡no os las perdáis!
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